Cuando el viento sopla a tu favor

Visualiza un barco de vela. Piensa en un velero pequeño pero robusto, con un mástil resistente y grandes velas desplegadas al viento.

Ahora, imagínate a bordo.

Tienes el timón en tus manos, sientes el vaivén de las olas, y percibes la brisa marina en tu rostro. La embarcación está lista para surcar los mares, pero... no ajustes las velas aún.

¿Qué sucede?

Sin movimiento, el barco está a la deriva, susceptible al oleaje y las corrientes, sin un rumbo fijo ni un destino en el horizonte. 

Ahora, haz lo mismo pero ajustando las velas, toma control del timón, y navega.

De ser una estructura flotante con más peligro que propósito, el barco se transforma en un vehículo de exploración y aventura. 

Ya no estás a la deriva; ahora tienes un curso definido.

Todos entendemos que un barco requiere de un capitán habilidoso y atento, es obvio, hasta un niño podría deducirlo.

Lo que no todos vemos tan fácil es que, de manera similar, la vida demanda de nuestra dirección activa y consciente.

La vida, como el mar, es vasta e impredecible, llena de posibilidades infinitas. 

Sin un rumbo claro, nos encontramos a la deriva, permitiendo que las corrientes de la existencia nos lleven sin resistencia.

Nuestro cerebro y sistema nervioso actúan como el timón y las velas de nuestro barco vital, guiándonos a través de las aguas tumultuosas hacia un puerto seguro, siempre y cuando definamos un destino.

Y si no tienes un destino, es lo mismo, la vida te obliga a avanzar, el tiempo pasa y te empuja, no puedes detener la vida, la vives quieras o no, a tu manera, o a la manera que toque.

Te subes en el barco, quieras o no, y el barco se mueve hacía un destino, el que tu defines, o uno cualquiera.

Y ahí en realidad está la felicidad, en ese destino.

Un día leí una anécdota de una conversación que se había producido entre Freud y su alumno Carl Jung. El primero le preguntó al segundo:

—¿Podrías decirme qué es la felicidad?

Pasaron diez años hasta que tuvo una respuesta, y fue:

—La felicidad es consciencia de evolución.

Esto es, saber en lo más profundo que estás rodando en la dirección correcta.

Si eres tú el que fijas el destino, y navegas conscientemente hacia él, tarde o temprano, una vez que superas esa fase inicial de bamboleo prueba / error, terminas sintiendo como el viento en tu espalda sopla a tu favor.

Pero, si lo que haces es dejarte llevar dentro de un barco en el que no quieres estar, con la vida golpeando con sus olas el barco, sientes claramente el viento y los elementos en contra.

Nos tiramos la vida avanzando, con o sin dirección.

De niños avanzamos con ilusión hacía la edad adulta, ese lugar en donde por fin seremos libres para hacer lo que nos venga en gana y podremos realizar nuestros sueños.

Y una vez llegamos a la edad adulta en demasiadas ocasiones nos olvidamos de hacer lo que nos viene en gana, y mucho más de plantearnos realizar nuestros sueños.

Asumamos que estás en la psicología por vocación, este era tu sueño. Ahora dime, ¿la manera en que se está materializando tu vocación es como esperabas?

¿Eres tú quien navegas hacia la dirección que eliges?, ¿o la vida te está llevando allá donde le viene en gana?

Si perteneces a la media, probablemente te pase que la vida te lleva, no sabes muy bien a dónde, y las cosas de momento no están siendo como esperabas.

La buena noticia es que tiene solución.

Tomar el control, definir un destino, coger el timón, y empezar a navegar hacía el destino, cueste lo que cueste al principio. Tras prueba / error tarde o temprano el viento sople a tu favor.Si ese es tu caso, quieres tomar el control, definir tu destino y navegar hacía él, quizás podamos ayudarte a llegar más rápido, acompañándote en la construcción de tu mensaje, tu marca personal, y una presencia online que te empuje en la dirección correcta. Tú decides, es aquí.

Mar

Lienzo en blanco

Vivir en la mente de un artista debe ser algo emocionante.

¿Alguna vez te has imaginado lo que se debe sentir siendo un artista frente a un lienzo en blanco? Pinceles en mano, con una paleta llena de colores y una idea que desborda en la mente, esperando ser plasmada.

En ese momento, imagino que el lienzo se convierte en un mundo por descubrir.

No hay límites, no hay fronteras.

Sólo tú, tus pensamientos, tus emociones, y la libertad para expresarte.

Ahora imagina que, en lugar de ese lienzo en blanco, te colocan frente a una pintura por números. 

Un dibujo prediseñado, con líneas y números dictando dónde y cómo debes pintar. 

Tu creatividad, tus emociones, tu mensaje quedan encajonados, limitados por una estructura rígida y prefijada.

Puedes seguir pintando, sí, pero la esencia de tu mensaje se pierde

Tu voz queda encorsetada. 

Tu arte, tu esencia, ese vuelo emocional, queda atado al suelo.

Bien, pues este es el escenario que te encuentras cuando decides crear tu presencia online.

Tienes un mensaje que transmitir, y necesitas un medio para hacerlo.

Y tarde o temprano te vas a encontrar con la realidad de que la forma que tome el medio en que decidas expresar tu mensaje, puede ser la diferencia entre un mensaje que vuela y uno que se queda en tierra.

En el mundo del diseño web, la elección entre una plantilla prediseñada y un diseño hecho a medida puede parecer insignificante. Pero, en realidad, es una decisión trascendental.

Usar una plantilla, a priori, puede parecer la solución perfecta: multitud de profesionales que te ofrecen una solución a un precio módico, puedes tirar del Kit Digital y ahorrarte la inversión, algo rápido, sin mucho problema e implicación por tu parte ...

Pero, aunque pueda parecer la solución ideal, es como pintar por números.

Tu mensaje, tu marca, tu alma, quedan encerrados en un molde, adaptándose a una forma preestablecida.

No puedes volar, no puedes soñar. Tu mensaje queda enlatado, tú quedas enlatado, convirtiéndote en uno más de muchos como tú.

Sin embargo, un diseño web hecho a medida, construido desde cero para servir y amplificar tu mensaje, es como ese lienzo en blanco. 

Un espacio donde tu voz resuena sin restricciones. Donde cada color, cada forma, cada palabra, son elegidos para contar tu historia, para representarte a ti, para conectar con quien tienes que conectar.

Eso es lo que hace que tu sitio web sea auténtico. Vivo. Único.

Eso es lo que te hace a ti diferente, lo que construye una marca personal única y auténtica.

Piensa en tu página web como tu consulta en el mundo digital. ¿Quieres que sea una consulta impersonal, fría, prefabricada? ¿O un lugar pensado, diseñado y decorado completamente a medida de tu mensaje, con amor y cuidado, que refleje quién eres, lo que haces, lo que amas, y lo que aportas?

Puede ser que te preguntes por qué nosotros, aquí en Ilumina, no formamos parte de los agentes digitalizadores que ofrecen soluciones de Kit Digital.

No tenemos nada en contra de este tipo de soluciones, en el mundo hay soluciones para todos, cada cual ha de decidir qué le conviene más.

Simplemente, nosotros elegimos ofrecer lienzos en blanco, no queremos enlatar tu mensaje, ni tu historia, queremos que vuelen alto, muy alto, brillen y se diferencien.

Y eso, con una solución empaquetada de Kit Digital en la que se han de cumplir unos mínimos siguiendo unas pautas, en la que te ves forzado a pintar por números, no podemos lograrlo. 

Las soluciones tipo plantilla como los kits digitales tienen su lugar. Pueden ser funcionales, eficientes y cumplir con el expediente.

Pero si lo que buscas es conectar, inspirar y resonar en el corazón de quienes te visitan, si lo que buscas es darles motivos para ser tú y no otro el elegido, necesitas algo más.

Necesitas un lienzo en blanco.

Tu web es tu obra maestra, y nosotros somos de los que piensan que merece ser pintada con la pasión, la creatividad y la autenticidad que te definen.

Pensamos que tu mensaje merece ser libre. Merece soñar. Merece volar.

Mar.

PD: Si quieres plasmar tu mensaje sobre un lienzo en blanco, y quieres que seamos nosotros los que te ayudemos, ya sabes, es aquí.

En la venta como en la vida

Corría el año 1908.

Un tal Napoleon Hill, periodista y ambicioso - cosas que no siempre vienen juntas -, tenía que entrevistar a un gran magnate de la época llamado Andrew Carnegie.

Hill, al que tema de los negocios no le iba demasiado, asumía que se le avecinaba un encuentro somnoliento como otros tantos.

Lo que menos se esperaba es que de ese encuentro, saliera con su destino cambiado.

No está claro si Carnegie estaba inspirado ese día o si fue Hill quien le transmitió la inspiración, pero lo cierto es que durante la entrevista sintió el impulso de ofrecer a Hill una oportunidad única: estudiar a los hombres y mujeres más exitosos de su época, para luego destilar su sabiduría en una filosofía universal para el éxito.

Nada más, y nada menos.

¿Y qué hizo Hill?

Bueno, era bastante ambicioso y no tenía un pelo de tonto, aceptó el desafío sin siquiera pestañear.

A continuación, se puso a ello, y tras más de 20 años de estudio, esfuerzo y experiencias únicas, nació su famoso libro "Think and Grow Rich".

Podrás imaginar fácilmente los momentos de alucinante realización que debió vivir Hill a lo largo de todo ese tiempo pudiendo conversar de tú a tú, y aprender de los éxitos y fracasos de figuras legendarias de la talla de Thomas Edison y Henry Ford.

Y lo curioso, es que lo que más sorprendió a Hill de todo lo que aprendió durante todo ese tiempo, es lo que todos ellos tenían en común.

Algo que es, básicamente, a lo que muchos profesionales hoy en día prestan menos atención: su habilidad para vender sus ideas.

A lo largo de sus viajes y encuentros, Hill confirmó que no era suficiente tener una idea brillante o ser un experto en un campo. Lo que realmente marcaba la diferencia era la capacidad de comunicar y vender esas ideas o experiencia.

Pudo ver de primera mano, como aquellos que habían sabido comunicar y vender sus ideas, habían podido llegar mucho más lejos y destacar que otros que incluso de una forma objetiva podrían considerarse más formados, brillantes o talentosos.

La venta no era simplemente un medio para un fin; era un arte, un medio de conexión humana

Era la forma en que grandes ideas podían convertirse en grandes realidades.

Y en su propio camino, para triunfar, Hill tuvo que aprender este arte. 

No solo logró vender sus ideas a sus lectores, sino que también tuvo que lograr venderse a sí mismo a los grandes pensadores de su época, ganándose su confianza y acceso.

Hill se convirtió en una prueba viviente de su propia filosofía. A través de la venta, pudo construir algo más grande que él mismo. 

Pudo cambiar vidas y transformar la forma en que pensamos sobre el éxito.

En la actualidad, lo normal es que salgas de la universidad con un montón de teoría, otro montón de habilidades, pero cero conocimiento de cómo venderte a ti y a tus habilidades.

Resultado, supongo que ya lo conoces, si no es porque lo sufres ahora mismo, es porque te ha tocado sufrirlo en algún momento.

La venta es un aspecto esencial de nuestra vida profesional y personal.

La venta no es algo que deba ser menospreciado o apartado como algo “sucio”, y eso es especialmente importante de entender en el ámbito de la psicoterapia, donde esa etiqueta puede ser más fácilmente colocada. 

La venta es una herramienta imprescindible, es lo que necesitamos hacer bien para conectar y ganarnos la confianza de quien necesita de nuestros servicios, de nuestra ayuda.

La venta es la gasolina que alimenta nuestra energía para aportar a este mundo. Es la forma en que llevamos nuestras ideas a la realidad. Es la forma que nos permite sustentar nuestras vidas y las de nuestras familias, mientras ayudamos a quien se supone tenemos que ayudar con nuestra profesión.

La historia de Hill no es solo una guía para el éxito; es una invitación a ver la venta desde una perspectiva diferente.

Piensa, crece, vende.

Mar.

PD: Si como a la gran mayoría de los mortales, te cuesta encajar la venta, te cuesta sentirte cómodo con ella, y te cuesta venderte a ti mismo, tus ideas, y tus servicios, y necesitas ayuda para abordarla desde una perspectiva diferente, aquí nos tienes.

Tu Singularidad

En 1888, un delfín conocido como Pelorus Jack, se hizo famoso por guiar a los barcos a través de un peligroso estrecho entre la isla Norte y la isla Sur de Nueva Zelanda.

Era tal la implicación que tenía en su autoasignada tarea, que todos los capitanes de barco que tenían que pasar por el estrecho, esperaban su aparición.

Historias como esta, sobre delfines haciendo cosas realmente singulares, hay muchas.

Los delfines son conocidos por su inteligencia, empatía y singularidad.

Aunque lo que a muchos nos llame más la atención es la ternura de su carita.

Resulta que los delfines son seres tremendamente sociales, y tienen una capacidad asombrosa para comunicarse entre sí a través de complejos sistemas de lenguaje, y para hacerse entender y conectar tanto con otras criaturas marinas como con nosotros, los humanos.

Lo hacen a un nivel que trasciende las diferencias biológicas, y muchas veces el entendimiento.

Muchos daríamos lo que fuera por tener una pequeña porción de su capacidad de empatía, comunicación y conexión.

Su manera de vivir es un ejemplo vivo de la importancia de ser uno mismo, de no ocultar nuestra esencia por temor a no encajar en lo que los demás esperan de nosotros.

Y todos sabemos lo fácil que es decirlo, pero lo difícil que es tener lo que hay que tener para atreverse a ser, sin más.

Y más en este momento donde la exposición digital es la que es, acompañada por la presión por encajar y seguir las tendencias, y mantener una imagen idealizada y perfecta, convirtiendo a la singularidad y autenticidad en utopías prácticamente inalcanzables.

Al menos para el común de los mortales.

Pero aquí es donde tú, como psicólogo puedes salirte del esquema, y dar ejemplo de cómo se puede alcanzar una vida mejor, atreviéndote a aplicar sobre ti mismo la lección vital que nos ofrecen los delfines, y que tan beneficiosa nos sería a todos.

Porque la vida merece ser vivida siendo uno mismo, sin más, muchos problemas psicológicos y emocionales desaparecerían, con tan solo liberarse de la carga de una vida impostada.

Y porque la confianza se gana siendo auténtico.

Como psicólogo, pides a tus pacientes que se abran a ti, que te confíen sus pensamientos más profundos y personales.

Pero para generar esa confianza, es esencial que tú mismo seas auténtico. Porque la verdadera conexión solo se logra cuando somos genuinos, cuando no intentamos ser algo que no somos.

Todos podemos sentirlo, cuando tenemos a alguien enfrente que está impostando.

Es un chirrido desagradable interno que te hace sentir rechazo, no puedes evitarlo, ocurre.

Y esa sensación genera una barrera que impide la verdadera conexión. Una sola frase que suena a tópico, una explicación que no se siente natural, puede hacer que de un segundo a otro, quienes buscan tu ayuda se retraigan y salgan huyendo.

Es muy tentador expresarse de forma muy profesional, ser políticamente correcto, situarte en “tu lugar” y hacer “lo que se supone debes hacer”.

En cambio, ser auténtico, natural e imperfecto crea un clima único de confianza.

Todos hemos sentido alguna vez esa sensación de necesitar que alguien que creemos perfecto meta la pata de una vez en algo, ¡para sentir que es humano!, y tener la libertad de ser imperfectamente humanos también a su lado.

La forma de establecer un vínculo genuino y profundo con otra persona, es tan simple, como ser uno mismo, aceptando tus propias imperfecciones y mostrando empatía genuina.

Esto, tan simple, y a la vez, tan absurdamente difícil, es la singularidad.

Tu singularidad.

Que tanta falta hace en un momento donde la uniformidad es la regla, y donde las conexiones reales están en peligro de extinción.

Y sí, ser, sin más, implica que conectarás con unos y a otros les generarás rechazo, con los que conectes, lo harás de verdad, y serán aquellos a los que realmente tienes probabilidades de ayudar.

Tal y como lo vemos nosotros. Un paciente no espera que su terapeuta sea infalible o que tenga todas las respuestas.

Estar bien formado y actualizado es valioso, pero lo que realmente importa es encontrar a alguien con quien poder ser imperfecto. Alguien que ofrezca un espacio donde no haya miedo a ser juzgado simplemente por ser humano.

Alguien que simplemente está ahí con la sincera y genuina intención de ayudarte, desde su verdad, desde sus limitaciones, desde lo que es.

Mar.

PD: Sí estás dispuesto a conectar con tu esencia, con tu singularidad, y necesitas ayuda para reflejarlo en tu presencia online, aquí nos tienes.

Cuando las paredes te hablan

¿Alguna vez has visitado una casa en la que sintieras que querrías quedarte para siempre?

Ya sabes, una de esas casas en las que de pronto y por arte de magia te sientes cómodo, como
si la casa misma tuviera algo que te hablara directamente a ti.

Ves en las paredes y el mobiliario la historia de quién vive allí, sus gustos, sus experiencias… y casan contigo, te sientes identificado.

No es perfecta, pero no necesita serlo.

Es auténtica. Esta viva. Y eso la hace maravillosa.

La habitación de Arlés, de Van Gogh, es un buen ejemplo de un espacio cálido, acogedor y auténtico.

Es pequeño y modesto, pero al mismo tiempo es un espacio lleno de vida, donde cada
objeto tiene su razón de ser y cada color su significado
.

Te cuenta muy bien y muy rápido cómo era Van Gogh y qué necesitaba; ni lujos ni
ostentaciones, sólo una mesa de trabajo, un par de libros, una silla y unos pinceles.

Todos esos elementos hablan más de él que cualquier autorretrato, y al entrar en esa
habitación entendemos mucho de lo que le importaba, de cómo vivía, de quién era.

No hay nada superficial o impostado. Solo honestidad y autenticidad.

Esa habitación, tan sencilla y a la vez tan llena de significado, es una invitación a conocer a la persona detrás del pintor.

Ahora bien, si aplicamos todo esto al mundo de la psicología y de las páginas webs de
profesionales de la salud:

Cuando alguien decide buscar ayuda, lo que busca es a alguien en quien poder confiar,
con quien poder sentirse cómodo hablando
.

Alguien que le sepa escuchar, guiar y apoyar, un entorno donde sentirse seguro.

Sin embargo, ¿qué se encuentra uno cuando entra en muchas webs de centros o
terapeutas?

Paredes frías, estériles, impersonales

Listas interminables de títulos, especialidades, logros profesionales. Números de pacientes tratados, años de experiencia, casos resueltos. Toda una descripción con una terminología que, en muchos casos no logra entender, y que desde luego, no está siendo la primera prioridad de quien está buscando ayuda.

A priori sí puede parecerlo, porque siempre quieres buscar al mejor, y todas esas listas técnicas impresionan mucho y a veces aportan seguridad, pero hoy en día están literalmente en todas partes, todo el mundo dice ser el mejor y el más cualificado, todo el mundo menciona mil cosas y pone ahí su currículo como en un escaparate.

Todo muy profesional, muy correcto, muy pulido

Pero también muy distante, muy frío, muy impersonal.

Nada que hable al corazón, nada que genere conexión, nada que invite a confiar.

No hay un "cuarto de Van Gogh" en estas páginas. No hay conexión, no hay vida. Solo descripciones, listas y números.

Y eso es un problema, sobre todo en este ámbito de salud mental.

Porque al final lo que te encaja es lo emocional, no lo técnico. Si necesitas ayuda o quieres aprender y formarte, acabas eligiendo a quien te de una impresión determinada, con quien de pronto digas uy, esto es curioso, esto es distinto, es auténtico, me siento identificado.

Las webs de psicoterapeutas, como las consultas, deben tener como fin último, ser un lugar seguro.

Es un término muy utilizado en salud mental por algo, y ese algo se aplica también aquí.

La persona tiene que ver, en el primer minuto, quién eres, cuál es tu historia, cómo trabajas, qué te apasiona, de qué manera haces las cosas, qué es lo que valoras y por qué.

Un poco como el cuarto de Van Gogh, que te transmita todo lo que necesitas saber y te haga sentir acogido.

Cada detalle de la página debe hablar de quién eres como profesional y como persona (muchas veces nos olvidamos de esta última).

El diseño, el color, las líneas y las palabras, todo debe reflejar y transmitir esa esencia tuya.

Mucho mejor ser auténtico que llenar una plantilla web con un montón de datos curriculares o textos genéricos en base a dos líneas de información que has tenido que dar de pasada a un diseñador que lo ha redactado con Chat GPT.

Es complicado convertir una web en un cuarto de Van Gogh, pero si eres consciente de estas cosas y buscas un buen equipo, si delegas y te comprometes a contar tu historia, es totalmente posible, y además una experiencia preciosa, el ver cómo toda esa identidad profesional y personal se va plasmando en una plataforma digital, en algo que es tuyo y que transmite todo lo que tú eres.

Porque, al final, eso es lo que realmente importa. Eso es lo que hace que alguien decida confiarte su vida y trabajar contigo. Eso es lo que genera confianza, conexión, compromiso.

Y eso es lo que todos necesitamos, tanto los psicólogos como sus pacientes. Un lugar donde sentirnos en casa

Un cuarto de Van Gogh.

Mar.

PD: Si quieres construir tu propio "cuarto de Van Gogh", y quieres que seamos nosotros los que te ayudemos, estamos aquí.

Salto base

El salto base es un deporte desconocido para muchos. 

Su origen recae en el paracaidismo, pero su ejecución es diferente. 

Consiste en saltar al vacío desde objetos fijos, sin velocidad inicial, para aterrizar mediante el uso del paracaídas, un hecho que viene delimitado en su propio nombre.

BASE hace alusión a las cuatro categorías de objetos desde donde se puede saltar: 'Building' (Edificio), 'Antenna' (Antena, grúas...), 'Span' (Puente) y 'Earth' (Tierra, acantilados...).

Quien tiene la osadía de practicarlo (y la pericia de sobrevivir), se termina enganchando y buscando cada vez más y más riesgo, el subidón de adrenalina extremo que experimentan durante esos breves momentos de caída libre, merece el riesgo.

Según ellos (te puedo asegurar que a mi no se me ocurrirá comprobarlo), experimentan una sensación de libertad inigualable, un éxtasis que abruma todos los sentidos.

Y claro, después de eso, tomarse un café con una amiga o el chico que te gusta, no sabe a nada.

Es lo que tiene la sobre estimulación.

Y así es también cómo funciona el marketing digital de hoy en día, recurriendo a una cantidad desbordante de estímulos y tácticas psicológicas diseñadas para llamar nuestra atención, o generar acción.

Las neurociencias nos han mostrado que nuestro cerebro responde a los estímulos de maneras sorprendentes. La dopamina, conocida como la "hormona de la recompensa", se libera cuando estamos emocionados, motivados, y especialmente cuando algo supera nuestras expectativas. 

El marketing moderno, consciente de este hecho, ha ideado innumerables formas de estimular la liberación de dopamina en nuestros cerebros, manteniéndonos enganchados y ansiando más.

Pero aquí es donde entra en juego la desensibilización

Si constantemente llevamos a la gente a esa "caída libre" de la dopamina a través de la super estimulación, como sucede con el salto BASE, los estímulos que se repiten incesantemente, se vuelven normales, ya no tienen el mismo impacto, ya no son tan atractivos.

Remitiéndonos a la sabiduría popular: “Lo poco gusta, lo mucho cansa”.

El caso es, que los anuncios llamativos, las ofertas que flipas y los reclamos de ventas agresivos, pueden desensibilizarnos hasta el punto de que dejen de surtir ningún efecto, y sea necesario ir in crescendo en el nivel de intensidad, hasta que llega un punto que es del todo insostenible

En psicología, este fenómeno se conoce como habituación, un proceso en el que una respuesta a un estímulo particular disminuye después de la exposición repetida. 

Así, cuanto más ruido hace el marketing, más difícil es que destaque entre la multitud.

Se convierte en más de lo mismo.

Por eso, en lugar de buscar constantemente la próxima gran caída, quizás es mejor idea decantarnos por un enfoque más equilibrado del marketing, uno que ponga menos énfasis en la sobre estimulación y más en la autenticidad y la conexión humana

Cambiar de un ángulo superficial a uno más profundo, que se base en una comprensión genuina de las necesidades y deseos de las personas a las que ayudamos con nuestros productos y servicios, y en un deseo genuino de ayudarles a resolver sus necesidades.

En lugar de plantear el marketing modo salto BASE, lleno de adrenalina pero efímero, quizás tiene más sentido aspirar a ser más como un café tranquilo con un amigo, algo que puede no tener el mismo estallido inmediato de emoción, pero que a la larga puede ser más satisfactorio y significativo

Porque como en la vida misma, las relaciones que se construyen de forma auténtica basándose en crear conexiones reales y genuinas, tiene el potencial de impactar en los otros de una manera que la sobre estimulación y las estrategias ruidosas, simplemente no se lo pueden ni plantear.

Somos humanos, todos funcionamos igual, huímos de lo superficial, artificial y perfecto, y conectamos con lo auténtico, natural e imperfecto, es lo que nos genera confianza y empatía.

Otra cosa ya es la dificultad de atreverse a ser auténtico, natural e imperfecto.

Cómo psicólogo cada día pides a tus futuros pacientes que asuman un gran riesgo: apostar por ti para confiar sus luchas internas, abrirte las puertas de su psique y de su alma.

Y cada día, en las sesiones con tus pacientes, les pides que salten al vacío dejando sus miedos a un lado, compartiendo contigo pensamientos, recuerdos, sentimientos, que preferirían olvidar, porque es lo que necesitas para ayudarles a avanzar hacía la libertad.

Ser auténtico, natural e imperfecto es justo lo que puede generar ese clima y contexto, que haga que el camino que les pides recorrer parezca más seguro y esperanzador.

Mar.

PD: Si te parece que puede ser buena idea dejar de intentar hacer salto base para tratar de conectar con quien necesita tu ayuda, y cambiarlo por un camino más sereno pero profundo, aquí nos tienes.

Impresión, sol naciente

Año 1872.

Un joven artista camina por las calles de París.

Su nombre es Claude Monet. No es famoso ni reconocido, pero está lleno de ilusión e ideas innovadoras

Ese día, aparentemente Monet no tiene nada más emocionante en su agenda, y decide plantarse frente al puerto de Le Havre y ponerse a pintar un amanecer con su peculiar estilo impresionista.

Estilo que para los ojos críticos de muchos de su época (y si nos descuidamos, también de la nuestra), parecía más un revoltijo de pinceladas al azar, similar a lo que un niño de seis años podría lograr armado con un set de acuarelas, que una obra de arte refinada.

Resultado. 

La obra es rechazada y ridiculizada por los críticos de arte de la época. En consecuencia, la esperanza de poder presentar dicha obra en la exposición anual en el “Salón” que organizaba la Academia de Bellas Artes, era nula.

Para entendernos, el “Salón” era para los artistas de la época, el equivalente a Internet  para cualquiera que pretenda dar a conocer sus servicios o productos hoy en día. Si no estás no existes, no eres nadie.

Pero esto no iba a frenar a un joven soñador y seguro de sí mismo.

Monet persiste. Tiene claro que su estilo es diferente, pero apuesta por su visión.

El cuadro lo titula "Impresión, sol naciente", y tiene que montar una exposición paralela con otros colegas para lograr exhibirla. 

Como era de esperar, los críticos lo vuelven a ridiculizar y se ensañan burlándose de su técnica "incompleta". 

Pero el público, ¡ayyy el público!, el público se siente tremendamente atraído por la obra.

Esta pieza "diferente" y "mal hecha" según los estándares tradicionales, lograba algo mágico, capturaba la esencia pura y desordenada de un amanecer real, con todo su encanto y frescura

Lograba conectar de una forma increíble, era como un soplo de aire fresco en un mundo de arte demasiado encajonado y lejano. El cuadro vibraba creando una conexión auténtica basada precisamente en su imperfección, simplemente te arrastraba dentro.

¡Pum! Y aquí llegamos, donde nos golpea la realidad del presente, a lo Monet, directa y sin rodeos.

El mundo ha dado un giro radical, las barreras tecnológicas y psicológicas se han esfumado como por arte de magia, haciendo que multitudes de personas y negocios hayan podido subirse al mundo digital (la pandemia fue una de las grandes culpables de que todo se acelerara tanto).

Para todos se ha normalizado buscar y consumir servicios de todo tipo y productos a través de internet (esos ladrones de tiempo llamados móviles, también son grandes culpables).

Y como es lógico, el mundo de la psicología y la terapia no iban a ser una excepción.

En tiempos de pandemia, la terapia online no solo era una opción, era la única salida en un momento donde el sufrimiento de muchos se multiplicó.

Se han creado multitud de consultas virtuales, pacientes de todo el mundo buscan y acceden a servicios de salud mental a través de internet. 

Consecuencia, como regla general, si no te encuentras en internet, simplemente no existes. Y si estás, pero lo planteas mal, puede ser incluso peor que no estar.

Al igual que Monet tuvo que buscarse la vida para existir, y para hacerlo de una forma relevante, diferente y fresca, enfrentándose a los críticos, redefiniendo el arte a su manera, un terapeuta no puede ignorar el mundo y como evoluciona, necesita replantear la forma en que conecta con sus pacientes

Tener presencia en internet ya no es opcional, ni es en sí mismo suficiente. 

Como el cuadro de Monet, ser un soplo de aire fresco, transmitir claridad, serenidad y lograr conectar desde un ángulo diferente, que permita generar confianza y empatía, transmitir tus valores y la esencia de tu práctica, se ha convertido en una necesidad.

Bueno, al menos si quieres ser relevante, si quieres existir y conectar en lo esencial.

Al menos es así como lo vemos en Ilumina.

Mar.

PD: Si necesitas ayuda para crear tu propio “Impresión, sol naciente” y quieres confiar en nosotros ese reto, hablemos.

Cronos y la paradoja del marketing

¿Conoces al dios Cronos?, por si no te va mucho la mitología griega, te pongo en situación.

Cronos fue una figura prominente de la mitología griega, conocido por ser el más joven de la primera generación de titanes, descendientes de Gea (la Tierra) y Urano (el Cielo).

Conocido también por algo mucho menos glamuroso, comerse a sus propios hijos por miedo a ser destronado por ellos

Resulta que Cronos tuvo la osadía de derrocar a su propio padre, Urano, convirtiéndose en el gobernante supremo del universo. 

Y aunque actuó de buena fe, empujado por su madre Gea que estaba harta del trato cruel que Urano tenía hacía sus hijos, el karma no se puso de su lado, y el oráculo profetizó que también sería derrocado por su propio hijo.

Cronos, que no tenía intención alguna de pasar por ese trago, decidió cortar por lo sano con tal eventualidad. Cada vez que su esposa Rea daba a luz, él, acto seguido, se zampaba al niño.

La cuestión es que a los únicos que le podían asegurar su continuidad y grandeza con el paso del tiempo, se los comía sin miramiento.

Toda una paradoja, pero es que ni los dioses se salvan de las contradicciones de la vida.

Y aunque como humanos a veces nos molestan mucho las contradicciones, a menudo no son más que una señal de que un viejo paradigma está derrumbándose para dar paso a algo nuevo.

Vamos, que te indican que es hora de soltar lo viejo, para dejar entrar a lo nuevo.

Solo que muchas veces hasta que ese algo viejo no nos explota en la cara, no nos damos cuenta de que ya no sirve.

Y es precisamente eso lo que puede estar pasando hoy con el mundo del marketing.

Que el marketing se está comiendo al marketing.

Al igual que Cronos, el marketing digital actual se ha vuelto autodestructivo.

En el afán por atraer y convertir clientes, las técnicas de marketing han evolucionado y se han extendido a un nivel de intensidad y saturación asfixiantes. Email marketing, SEO, redes sociales, anuncios pagados, contenido, marketing de influencers... la lista continúa y cada día aparece una nueva estrategia o canal para explorar.

Y lo que es peor, ni siquiera es tanto el qué, sino el cómo. 

En un intento de destacar, de conectar, de ser relevante, todo el mundo está aplicando  las mismas técnicas de marketing digital y de la misma forma. La gran mayoría sin ningún criterio, ni orden, ni alma, simplemente porque es lo que toca, lo que se debe de hacer, lo que está de moda, lo que hace el resto, lo que te dice que tienes que hacer la agencia de turno.

Provocando que el marketing, en su forma actual, esté perdiendo su propio propósito, se este autodestruyendo creando un ruido tan ensordecedor que los propios mensajes que quieren hacerse llegar, se pierden en el bullicio.

Tanta gente gritando al mundo y haciendo lo mismo, de la misma manera, hace que sea casi imposible escuchar a nadie. Se convierten en irrelevantes

Consecuencia, la gente a la que se dirige ese marketing cada vez es más indiferente, y está más desensibilizada, ¿qué otra opción?, o desconectas o te estalla la cabeza. Por no hablar de quien tiene que aplicar las técnicas, agotados de invertir tiempo y dinero para insignificantes resultados.

Las técnicas que un día fueron efectivas y novedosas, mal aplicadas, se convierten en contraproducentes. El intento desesperado de conseguir resultados inmediatos en el presente, acaba con la posibilidad de construir un futuro sostenible y estable.

El marketing no debería ser una carrera para ver quién puede gritar más fuerte. Debería ser un medio para comunicar valor, construir relaciones y por encima de todo, mejorar la vida de nuestros clientes

Un medio que valore la calidad sobre la cantidad, la conexión genuina sobre la conversión a toda costa, y la construcción de relaciones duraderas con nuestros clientes en lugar de una interminable persecución de los nuevos.

Volver a lo esencial, y hacer lo que de verdad importa para lograr construir relaciones reales y de valor.

Y para ti como psicólogo, o como clínica, la importancia de un enfoque auténtico en el marketing se multiplica, toda tu comunicación debería estar pensada y diseñada para lograr construir relaciones genuinas basadas en la conexión emocional y la confianza mutua.

No es lo mismo convencer a alguien de que te contrate una línea móvil, que lograr que alguien apueste por ti, para abrirte su corazón y sus entrañas.

Ahí lo dejo, es solo un punto de vista.

Mar.

PD: Si te apetece salir del ruido y el caos, y quieres que te acompañemos, aquí para que nos conozcamos.