Corría el año 1908.
Un tal Napoleon Hill, periodista y ambicioso - cosas que no siempre vienen juntas -, tenía que entrevistar a un gran magnate de la época llamado Andrew Carnegie.
Hill, al que tema de los negocios no le iba demasiado, asumía que se le avecinaba un encuentro somnoliento como otros tantos.
Lo que menos se esperaba es que de ese encuentro, saliera con su destino cambiado.
No está claro si Carnegie estaba inspirado ese día o si fue Hill quien le transmitió la inspiración, pero lo cierto es que durante la entrevista sintió el impulso de ofrecer a Hill una oportunidad única: estudiar a los hombres y mujeres más exitosos de su época, para luego destilar su sabiduría en una filosofía universal para el éxito.
Nada más, y nada menos.
¿Y qué hizo Hill?
Bueno, era bastante ambicioso y no tenía un pelo de tonto, aceptó el desafío sin siquiera pestañear.
A continuación, se puso a ello, y tras más de 20 años de estudio, esfuerzo y experiencias únicas, nació su famoso libro "Think and Grow Rich".
Podrás imaginar fácilmente los momentos de alucinante realización que debió vivir Hill a lo largo de todo ese tiempo pudiendo conversar de tú a tú, y aprender de los éxitos y fracasos de figuras legendarias de la talla de Thomas Edison y Henry Ford.
Y lo curioso, es que lo que más sorprendió a Hill de todo lo que aprendió durante todo ese tiempo, es lo que todos ellos tenían en común.
Algo que es, básicamente, a lo que muchos profesionales hoy en día prestan menos atención: su habilidad para vender sus ideas.
A lo largo de sus viajes y encuentros, Hill confirmó que no era suficiente tener una idea brillante o ser un experto en un campo. Lo que realmente marcaba la diferencia era la capacidad de comunicar y vender esas ideas o experiencia.
Pudo ver de primera mano, como aquellos que habían sabido comunicar y vender sus ideas, habían podido llegar mucho más lejos y destacar que otros que incluso de una forma objetiva podrían considerarse más formados, brillantes o talentosos.
La venta no era simplemente un medio para un fin; era un arte, un medio de conexión humana.
Era la forma en que grandes ideas podían convertirse en grandes realidades.
Y en su propio camino, para triunfar, Hill tuvo que aprender este arte.
No solo logró vender sus ideas a sus lectores, sino que también tuvo que lograr venderse a sí mismo a los grandes pensadores de su época, ganándose su confianza y acceso.
Hill se convirtió en una prueba viviente de su propia filosofía. A través de la venta, pudo construir algo más grande que él mismo.
Pudo cambiar vidas y transformar la forma en que pensamos sobre el éxito.
En la actualidad, lo normal es que salgas de la universidad con un montón de teoría, otro montón de habilidades, pero cero conocimiento de cómo venderte a ti y a tus habilidades.
Resultado, supongo que ya lo conoces, si no es porque lo sufres ahora mismo, es porque te ha tocado sufrirlo en algún momento.
La venta es un aspecto esencial de nuestra vida profesional y personal.
La venta no es algo que deba ser menospreciado o apartado como algo “sucio”, y eso es especialmente importante de entender en el ámbito de la psicoterapia, donde esa etiqueta puede ser más fácilmente colocada.
La venta es una herramienta imprescindible, es lo que necesitamos hacer bien para conectar y ganarnos la confianza de quien necesita de nuestros servicios, de nuestra ayuda.
La venta es la gasolina que alimenta nuestra energía para aportar a este mundo. Es la forma en que llevamos nuestras ideas a la realidad. Es la forma que nos permite sustentar nuestras vidas y las de nuestras familias, mientras ayudamos a quien se supone tenemos que ayudar con nuestra profesión.
La historia de Hill no es solo una guía para el éxito; es una invitación a ver la venta desde una perspectiva diferente.
Piensa, crece, vende.
Mar.
PD: Si como a la gran mayoría de los mortales, te cuesta encajar la venta, te cuesta sentirte cómodo con ella, y te cuesta venderte a ti mismo, tus ideas, y tus servicios, y necesitas ayuda para abordarla desde una perspectiva diferente, aquí nos tienes.