En 1888, un delfín conocido como Pelorus Jack, se hizo famoso por guiar a los barcos a través de un peligroso estrecho entre la isla Norte y la isla Sur de Nueva Zelanda.
Era tal la implicación que tenía en su autoasignada tarea, que todos los capitanes de barco que tenían que pasar por el estrecho, esperaban su aparición.
Historias como esta, sobre delfines haciendo cosas realmente singulares, hay muchas.
Los delfines son conocidos por su inteligencia, empatía y singularidad.
Aunque lo que a muchos nos llame más la atención es la ternura de su carita.
Resulta que los delfines son seres tremendamente sociales, y tienen una capacidad asombrosa para comunicarse entre sí a través de complejos sistemas de lenguaje, y para hacerse entender y conectar tanto con otras criaturas marinas como con nosotros, los humanos.
Lo hacen a un nivel que trasciende las diferencias biológicas, y muchas veces el entendimiento.
Muchos daríamos lo que fuera por tener una pequeña porción de su capacidad de empatía, comunicación y conexión.
Su manera de vivir es un ejemplo vivo de la importancia de ser uno mismo, de no ocultar nuestra esencia por temor a no encajar en lo que los demás esperan de nosotros.
Y todos sabemos lo fácil que es decirlo, pero lo difícil que es tener lo que hay que tener para atreverse a ser, sin más.
Y más en este momento donde la exposición digital es la que es, acompañada por la presión por encajar y seguir las tendencias, y mantener una imagen idealizada y perfecta, convirtiendo a la singularidad y autenticidad en utopías prácticamente inalcanzables.
Al menos para el común de los mortales.
Pero aquí es donde tú, como psicólogo puedes salirte del esquema, y dar ejemplo de cómo se puede alcanzar una vida mejor, atreviéndote a aplicar sobre ti mismo la lección vital que nos ofrecen los delfines, y que tan beneficiosa nos sería a todos.
Porque la vida merece ser vivida siendo uno mismo, sin más, muchos problemas psicológicos y emocionales desaparecerían, con tan solo liberarse de la carga de una vida impostada.
Y porque la confianza se gana siendo auténtico.
Como psicólogo, pides a tus pacientes que se abran a ti, que te confíen sus pensamientos más profundos y personales.
Pero para generar esa confianza, es esencial que tú mismo seas auténtico. Porque la verdadera conexión solo se logra cuando somos genuinos, cuando no intentamos ser algo que no somos.
Todos podemos sentirlo, cuando tenemos a alguien enfrente que está impostando.
Es un chirrido desagradable interno que te hace sentir rechazo, no puedes evitarlo, ocurre.
Y esa sensación genera una barrera que impide la verdadera conexión. Una sola frase que suena a tópico, una explicación que no se siente natural, puede hacer que de un segundo a otro, quienes buscan tu ayuda se retraigan y salgan huyendo.
Es muy tentador expresarse de forma muy profesional, ser políticamente correcto, situarte en “tu lugar” y hacer “lo que se supone debes hacer”.
En cambio, ser auténtico, natural e imperfecto crea un clima único de confianza.
Todos hemos sentido alguna vez esa sensación de necesitar que alguien que creemos perfecto meta la pata de una vez en algo, ¡para sentir que es humano!, y tener la libertad de ser imperfectamente humanos también a su lado.
La forma de establecer un vínculo genuino y profundo con otra persona, es tan simple, como ser uno mismo, aceptando tus propias imperfecciones y mostrando empatía genuina.
Esto, tan simple, y a la vez, tan absurdamente difícil, es la singularidad.
Tu singularidad.
Que tanta falta hace en un momento donde la uniformidad es la regla, y donde las conexiones reales están en peligro de extinción.
Y sí, ser, sin más, implica que conectarás con unos y a otros les generarás rechazo, con los que conectes, lo harás de verdad, y serán aquellos a los que realmente tienes probabilidades de ayudar.
Tal y como lo vemos nosotros. Un paciente no espera que su terapeuta sea infalible o que tenga todas las respuestas.
Estar bien formado y actualizado es valioso, pero lo que realmente importa es encontrar a alguien con quien poder ser imperfecto. Alguien que ofrezca un espacio donde no haya miedo a ser juzgado simplemente por ser humano.
Alguien que simplemente está ahí con la sincera y genuina intención de ayudarte, desde su verdad, desde sus limitaciones, desde lo que es.
Mar.
PD: Sí estás dispuesto a conectar con tu esencia, con tu singularidad, y necesitas ayuda para reflejarlo en tu presencia online, aquí nos tienes.